Para nosotros, cada prenda es especial porque está basada en los deseos y las necesidades de cada cliente. Por ese motivo, en nuestro mundo, todo es personalizable y puede ser cambiado en función de los gustos o las preferencias de cada uno.
El primer paso, cuando un pedido se confirma, es desmontarlo en distintas partes para definir cada detalle que lo compone. Los datos se pasan al taller, donde se cogen los los patrones estándares y los modifican, en caso de que sea necesario, para adaptar la prenda a las medidas del cliente. En la mayoría de los casos, la modificación pasa por una longitud concreta, un cambio de tejido o añadirle o quitarle mangas a un vestido. Por ese motivo, nuestros procesos son lo contrario a la industrialización. Nosotros no cosemos en serie, no producimos en cadena, no tenemos existencias. Nuestros vestidos tienen nombre y apellidos, medidas y detalles. A veces, incluso llevan detrás complejos y problemas que nos gusta ayudar a disimular. En Quémono! todos los niños tienen cabida, porque todos los cuerpos son distintos y son bonitos. ¡Sacamos el máximo partido de cada persona!